Los Festivales VAE (2004-2011)
Entre 2004 y 2011 la asociación civil Realidad Visual organizó cuatro ediciones del Festival Internacional de Video y Artes Electrónicas, concebido originalmente en 1998 por Alta Tecnología Andina (ATA). Fundada a inicios del 2001 por José Aburto, Mauricio Delfín y Jaime E. Oliver, Realidad Visual funcionó por una década, desarrollando varios proyectos ligados a la promoción y producción de artes mediales, la gestión cultural y la reflexión en torno a las políticas culturales en el Perú. Realidad Visual asumió la dirección del Festival a finales del 2003, a partir de la invitación directa de Jorge Villacorta y José Carlos Mariátegui de de Alta Tecnología Andina (ATA). Asumir el destino del Festival, uno de los más importantes y más queridos en el medio local, fue un gran reto y una gran responsabilidad.
Es importante anotar que transferir la dirección del evento, de una organización establecida a una mucho más reciente, es algo que no se da con frecuencia ni con facilidad en un medio como el nuestro. ATA demostró que esto era posible. Además acompañó este proceso con la publicación del libro “Perú Video/Arte/Electrónica” (Mariátegui, 2003) logrando dar legitimidad a esta nueva fase, renovando el impulso detrás de la iniciativa y trasmitiendo que era necesario confiar en otras organizaciones más jóvenes para asumir el futuro de proyectos como este (Mariátegui y Castro, 2005).
Para Realidad Visual asumir el Festival involucró adoptar y sostener todos los contactos creados por ATA a lo largo de varios años, tanto con embajadas como con instituciones culturales locales. Supuso también analizar la historia de lo realizado en las primeras siete ediciones del evento e iniciar un proceso de diseño, convocatoria y producción enorme. Asumimos esta tarea con tan solo un par de años de existencia, con varias experiencias en gestión de proyectos y producción de eventos artísticos, pero sobre todo con muchísimo entusiasmo y energía. Se sumaron a la producción del evento Paola Barrenechea y luego Edith Vargas y Alan Malcolm, con quienes, junto a la visión y acompañamiento del curador Miguel Zegarra, logramos transformar al Festival en una plataforma de alcance nacional.
VAE8
El Festival VAE8 en 2004 marcó el inicio de una nueva etapa para el proyecto[ii]. El objetivo principal de la octava edición fue expandir el circuito del Festival a otras regiones. Ese año se desarrollaron actividades en Arequipa, Cusco, Lima, Trujillo y Puerto Maldonado, gracias a una valiosa red de gestores y organizaciones culturales en estas localidades. Se consideró prioritario expandir el ámbito del Festival por varias razones. Primero, para Realidad Visual la descentralización resultaba no solo una agenda pendiente de la gestión cultural pública y privada, sino también un horizonte de trabajo tradicionalmente abandonado por iniciativas de carácter internacional. Además, para muchas instituciones culturales descentralizar era una noción demasiado densa, mientras que para otras no era necesario ni relevante hacerlo. Sin embargo, como Realidad Visual sentíamos que esto nos permitiría aprender a partir de la interacción con otras esferas públicas y contextos artísticos locales, y de esta forma lograr una plataforma de verdadera pertinencia nacional.
Segundo, la descentralización de actividades introducía a los y las artistas internacionales y nacionales invitados en una realidad social más completa y compleja, muchas veces vinculándolos a experiencias claramente relevantes para su propio trabajo. De esta forma el Festival servía como una plataforma de experimentación de dos vías, donde los creadores locales e internacionales se relacionaban más allá de una experiencia cerrada y pre-establecida, dando cabida a lo inesperado y al diálogo con personas y comunidades que no necesariamente se percibían como parte de una escena internacional de artes mediales o un contexto nacional de artes visuales contemporáneas.
La tercera razón por la cual quisimos llevar el Festival a otras regiones tenía que ver con una agenda que consideraba que el crecimiento del Festival debía darse hacia adentro, más que hacia fuera. En otras palabras, Realidad Visual asumió que le tocaba lograr una plataforma de verdadero alcance nacional, más que insistir en un modelo de Festival Internacional que se diera solo en Lima, amasando prestigio capitalino pero dejando de lado su pertinencia en relación aun contexto nacional diverso y complejo.
La inclusión de Puerto Maldonado en el circuito, por ejemplo, respondió a una relación forjada a partir del proyecto “El Paraíso en la Tierra” (2004) de Santi Zegarra, una ambiciosa video-instalación que introdujo al equipo al contexto de una ciudad de frontera que atravesada vertiginosos cambios. Puerto Maldonado nos dio la posibilidad de explorar, en diálogo con las personas que vivían en Madre de Dios, cuál era el rol y el impacto del videoarte y las artes electrónicas en contextos tradicionalmente caracterizados como “periféricos” o “emergentes”. Siempre recordaremos el comentarios de un crítico de arte en la prensa limeña quien tildó de elitista y facilista al Festival por presentar videoarte en espacios públicos de Madre de Dios, demostrando así una subestimación completa de los habitantes de la zona quienes eran perfectamente capaces de conectarse y dialogar en torno a las obras de artistas como Lucas Bambozzi (Brasil) o Álvaro Zavala (Perú), acostumbrados además a la inundación de imágenes y narrativas de películas y series extranjeras, un presencia que para muchos era signo indudable de “progreso” e inserción en la globalización.
La octava edición fue en realidad toda una gran temporada con más de 40 eventos entre el 9 de setiembre y el 10 de noviembre de 2004, incluyendo exposiciones, conferencias, clases maestras, conciertos, intervenciones y performances. Los invitados incluyeron a Andy Luginbuehl (Suiza) quien presentó su proyecto “Eyemachine” en Lima y Cusco. Leslie Peters (Canadá) también visitó ambas localidades y presentó “Threshold”, una selección de sus videos. Los músicos francéses Christophe Havel y Marie Bernadette Charrier dieron un concierto titulado “Metamorphosis” en Lima y en Trujillo, en el que colaboraron con el percusionista peruano Alonso Acosta, mientras que Lucas Bambozzi (Brasil) presentó sus videos en Lima y en la plaza municipal de Puerto Maldonado.
Todos los artistas daban talleres en las ciudades que visitaban. Esta se volvió una consigna del Festival VAE: lograr que el conocimiento que tenían estos creadores se transmita a diversas comunidades locales de ciudadanos y artistas peruanos que tradicionalmente tienen muchos problemas en acceder a espacios de formación especializados. Podríamos decir que casi todos los artistas internacionales que participaron en las ediciones organizadas por Realidad Visual dieron talleres o participaron en espacios de formación, y se trató de hacer lo mismo con los artistas locales. Jhon Orentlicher (EEUU), por ejemplo, presentó una selección de videos de los estudiantes de arte de la Universidad de Syracuse en la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes. Habló sobre la educación en artes digitales y el enfoque que se le daba en instituciones norteamericanas.
Ese año Christian Erharter (Austria) y Sonja Eismann (Alemania) presentaron la muestra “Re-Punk Electronic Music (2004)” en Lima. Los artistas peruanos Álvaro Zavala y el colectivo Santos Media también presentaron sus trabajos dentro del circuito. Un trio formado por los peruanos Christian Galarreta y Paruro, acompañados por el músico polaco Zbigniew Karkowsky desarrollaron “Ruido al Paso”, un viaje por Cusco, Arequipa y Lima que acercó a una audiencia muy diversa a la experiencia del ruido y el sonido en espacios públicos. Aloardí, el sello independiente de música y eventos experimentales, concibió y produjo «Horrisona: evento de expresión audiovisual extrema» para el Festival VAE8 donde participaron Karkowsky, Industria Masoquista (Ecuador) y un grupo de músicos peruanos. “Documento 1”, una muestra con videos desarrollados por el artista Peruano Rafael Hastings a finales de los 70s se presentó en Arequipa. El Festival incluyó selecciones de video de Centro América, Perú, Colombia y Brasil en todas las ciudades dentro del circuito. Por último, se organizó un Concurso Nacional de Video y Artes Electrónicas.
VAE9
El Festival VAE9 se realizó entre el 4 de agosto y el 18 de septiembre de 2005. La novena edición incluyó dos exposiciones temáticas. La primera se tituló “Arte y Política” e incluyó la video instalación “Economías Alternativas/Sociedades Alternativas” (AEAS) de Oliver Ressler (Austria), la obra “Dolores de 10 a 10” de Coco Fusco (EEUU) y la obra “Trans-Nacional” de Angie Bonino (Perú). La segunda exposición temática se tituló “Arte y Robótica” y reunió obras de los canadienses Constanza Silva y Bill Vorn. Esta muestra presentó la obra “Ambientes de Estéreo Realidad 2” de los peruanos José Carlos Martinat y Enrique Mayorga, ganadora del concurso de Arte y Vida Artificial, Vida 7.0 de Fundación Telefónica.
Ese año Miguel Zegarra curó una muestra colectiva de artistas peruanos titulada “Omnívoros” donde participaron Christian Alarcón, Miguel Andrade, Alberto Borea, Carlos Pariente, Diego Sánchez y el Colectivo Santos Media. Además, se realizaron tres exposiciones individuales de artistas internacionales incluyendo “Home” de Olaf Breuning (Suiza), “Huelga” de Eder Santos (Brasil) y dos instalaciones de Cecile Babiole (Francia). El Festival publicó una colección de ensayos sobre Arte Electrónico mexicano titulada “Anamnesis”, en colaboración con Lilia Pérez del Centro Nacional de las Artes (CENART) de México (Pérez, 2005). La muestra de Oliver Ressler incluyó la traducción de todos los testimonios recogidos a través de su proyecto y una publicación en español creada especialmente para la exposición en Lima (Ressler, 2005). Ese año se realizó un Ciclo de Música Electroacústica donde participaron Manuel Rocha Iturbide (México), Ermeline Le Mezo (Francia) y los peruanos Rafael Junchaya, Nilo Velarde, Guilles Mercier y el colectivo Tanuki Metal Yonin Plus.
Durante la novena edición se mostraron varias selecciones de videos: La selección de videos del Premio Vida Artificial 7.0, del Centro Nacional de las Artes (México), las obras ganadoras de la II Bienal Interamericana de Video Arte del Centro Cultural del BID, los videos “Circumvisions” y “Trans(e)Bleu” de Marie France Giraudon y Emmanuel Avenel (Francia/Canadá), los videos de la VI Bienal de Video y Nuevos Medios de Santiago, una selección del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau en Cuba, así como curadurías a cargo de María Cristina Villaseñor (México), Mina Suonemi (Finlandia) y de la artista Mania Akbari (Irán). Además se mostró una selección de las obras que concursaron en el 2ndo Concurso Nacional de Video y Artes Electrónicas en 2004.
VAE10
La décima edición del Festival VAE se realizó del 8 de junio al 8 de julio de 2005. El VAE10 incluyó la visita del reconocido artista canadiense Michael Snow a Lima y una retrospectiva de su obra en el Museo de Arte de Lima (MALI). Esta fue la primera vez que el Festival VAE trabajó en colaboración con el MALI y que un artista internacional de cine experimental presentase múltiples instalaciones, videos y una retrospectiva de su obra de cine experimental,incluyendo obras icónicas como “Wavelength” (1967) y “La region centrale” (1971), en lo que fue la antigua Filmoteca de Lima. El décimo aniversario del Festival VAE en el MALI marcó un hito en su historia. En esta edición, los logros de las diez ediciones obtenidos a través de un esfuerzo sostenido, permitieron consolidar al evento y obtener el respeto de los espacios más formales y establecidos en el país.
La muestra de Snow titulada “Obras de Luz y Tiempo” fue inaugurada con un concierto del grupo Sensor Sonic Sights (SSS) de Francia, esta vez con la participación de Cecile Babiole y Laurent Dailleau. Esta vez SSS pudo presentarse tanto en Lima como en la Alianza Francesa de Arequipa. Ese año Arturo Reátegui y Beno Juárez intervinieron la fachada del MALI con su obra interactiva “Sim.bio.sis” y el Centro Cultural de España presentó una segunda edición de “Omnívoros” con video-instalaciones de los artistas peruanos Alejandro Quinteros, Elena Damiani, Diego Sánchez, Rolando Sánchez, Gonzalo H. Rodríguez y Luis Soldevilla. La muestra también incluyó videos de Andrea Cánepa, Juanli Carrión, Martín López, Kiko Sánchez Monzón y Santi Zegarra.
Se realizaron las exposiciones “Contrapuntual” de Jani Ruscica (Finlandia), “Untitled Dejavu” de Gustavo Romano (Argentina), “Amor y Oro” de Bas Van Den Hurk y Wouter Verhoeven (Holanda), “Inscripciones” de Leandro HBL (Brasil), así como “Crónicas de lo Cotidiano” de Favrizzio Suito (Perú). También se organizó una conferencia magistral de José Luis Brea (España) y otra de Fran Illich (México), así como el conversatorio “Se Regala Información” donde participaron Ignacio García del colectivo Platoniq, Pedro Mendizábal y Romel Romero. Rubén Gutiérrez (México) presentó la selección de videos itinerantes ONF en Trujillo y un taller en la ciudad.
En cuanto a conciertos, el VAE10 contó con la presentación del “Videosound Project” de Josetxo Silguero e Ignacio Monterrubio (España), Rodrigo Sigal (México) y Arcángel Constantini (México), así como de Santiago Peresón (Argentina) y Julien Ottavi (Francia). La Asociación Aloardí (conformada por Christian Galarreta, Gabriel Castillo, Felipe del Águila, Cristo Demoledor, entre otros) participó activamente organizando varios de los talleres y conciertos del Festival.
Luego del 2006 el equipo de Realidad Visual se tomó una larga pausa para reflexionar sobre el futuro del Festival VAE y para recuperarse luego del inmenso esfuerzo que demandaron las tres ediciones realizadas. Ese año la mayoría de los miembros de la asociación iniciaron una serie de proyectos personales que los alejarían de la iniciativa. Este nuevo contexto indicaba que era necesario buscar a nuevos gestores para el Festival VAE, así como imaginar nuevos caminos para su desarrollo en el futuro.
VAE11
Cuatro años después de la décima edición, entre el 28 de junio y el 27 de julio de 2010 se realizó la onceava edición del Festival VAE en Lima, Arequipa y Cusco. Se trató de una edición más pequeña que buscó sondear el contexto luego de algunos años, reconectar con las instituciones locales, los artistas y los potenciales escenarios para continuar desarrollando la iniciativa. En esa oportunidad se sumaron al equipo Gloria Arteaga y Natalia Ames.
El proyecto más importante en esta edición fue el primer Foro Latinoamericano de Música por Computadora (FLAMUC) que reunió a 28 músicos contemporáneos, tanto locales como internacionales. Participaron Juan Reyes (Colombia), Miller Puckette (Estados Unidos), Ricardo Dal Farra (Argentina), Marc Battier (Francia), Ludger Brümmer (Alemania), Adina Izarra (Venezuela), y Rajmil Fischman (Peru), entre muchos otros músicos nacionales e internacionales. El FLAMUC marcó un hito en el fortalecimiento de redes regionales para la cooperación y la educación en música por computadora, fortaleciendo también a la comunidad local de creadores.
En el marco de esta edición se presentaron los proyectos peruanos «Rijkrallpa: el último mito Moche» de Bili Sánchez, «Todos Somos Dateros» de Camila Bustamante y la filmografía de Marco Pando. La edición incluyó selecciones de video del Festival Transmediale 0.9, la IV Bienal Interamericana de Videoarte del BID y la selección «Videoarde” que fue mostrada en el marco del Simposio “Video Expandido: Nuevas fronteras del audiovisual en Perú”. Se impulsaron concursos internacionales de videoarte y de proyectos on-line.
El cierre
Luego de la onceava edición del Festival VAE notamos que el contexto nacional había cambiado muchísimo desde finales del 2005. Se habían consolidado nuevos espacios independientes para la experimentación con medios digitales. Las oportunidades para el intercambio internacional entre artistas peruanos y extranjeros eran más frecuentes, y estaban en marcha procesos de articulación que no dependían de la capital y que se mantenían a partir de estrategias propias de autogestión. La nueva esfera pública acelerada gracias a las redes sociales se posicionaba con fuerza, dejando definitivamente atrás al mundo medial de las ediciones anteriores, caracterizado por soportes como el VHS y otros formatos análogos. Si bien las transmisiones por Internet se daban desde hace algunos años a partir de algunos artistas y colectivos pioneros, era evidente que la penetración del Internet en el medio nacional convertía la experiencia remota en algo más mundano, menos político y más personal.
En este contexto, aunque se buscaron alianzas con asociaciones emergentes y otras más establecidas para transferir el Festival VAE a nuevos organizadores, quedó claro que muchos agentes consideraban difícil asumir esta tarea y comprometerse con un evento de tal magnitud. Algunos incluso sugerían que quizás el tiempo de eventos de gran envergadura había pasado y otros que el modelo de gestión, dependiente de la cooperación internacional y de las embajadas principalmente, tenía un límite. Si bien se llegó a establecer contacto con algunas organizaciones en otras regiones para explorar la posibilidad de que asumieran el futuro del Festival, dándole una continuidad fuera de Lima, esto no se llegó a concretar.
Luego de algún tiempo optamos por “desactivar” el Festival VAE hasta que nuevas generaciones u otros contextos suscitaran la reactivación de la iniciativa. La necesidad de gestionar ediciones del VAE en el futuro tendría que provenir de la comunidad misma de artistas locales, de un medio nacional que reconociera un vacío importante o de un contexto social donde el apoyo para iniciativas de este tipo exista, de tal manera que la gestión de un proyecto como el VAE no termine limitándose a la energía y posibilidades del grupo a cargo de su gestión.
Algunas reflexiones
Es importante subrayar que uno de los problemas más grandes que afrontan iniciativas como el Festival VAE es la falta de apoyo por parte de instituciones públicas y privadas[iii]. Por el lado del apoyo público, no existían fondos destinados a apoyar iniciativas de este tipo. Por el lado del apoyo privado, era muy difícil convencer a empresas que apoyen un proyecto que no tenía el alcance de un evento televisivo (como un campeonato deportivo, por ejemplo), o cuya pauta de difusión no incluía una inversión importante en medios masivos de comunicación. El apoyo de embajadas y cooperación internacional no podía cubrir los costos completos detrás de la producción del evento y se limitaba a cubrir los gastos de estadía y traslado de algunos artistas y contenidos internacionales. Y si bien el Festival nació a partir de una alianza con una universidad local, nunca se logró vincular a una institución de enseñanza superior con el evento de tal forma que ésta brindase apoyo suficiente para garantizar su sostenibilidad. El Festival VAE nunca fue un evento sostenible.
Cuando este tipo de problemas eran relatados los representantes de las instituciones públicas aducían que “naturalmente” el arte electrónico o digital no era algo popular en el país (y por tanto era evidente por qué apoyarlo no era prioridad para el Estado). Por otro lado las instituciones privadas argüían que un modelo de gestión para este tipo de iniciativas debía necesariamente considerar el pago de una entrada por parte de los asistentes, para así (1) generar al menos un ingreso que cubra los costos de producción, (2) “educar” al público y enseñarle que “lo bueno cuesta” y/o (3) poder ofrecer paquetes de entradas a los clientes de compañías privadas, teniendo así algo concreto que ofrecer a cambio de su apoyo. En el primer caso era lastimosa la visión estrecha que asechaba a los funcionarios públicos de la época y su visión sobre la relación entre arte y desarrollo, y en el segundo caso el ámbito privado nos dibujada un horizonte estrictamente comercial del cual no había escapatoria. Nosotros no compartimos ninguna de esas dos posturas. Es probable que en el futuro surjan formas híbridas de sostenibilidad para Festivales de este tipo, que se apoyen en nuevas economías colaborativas y en modelos mixtos de apoyo público y privado.
Desde nuestra perspectiva — y mirando atrás hacia el evento, casi veinte años después de su primera edición — creemos importante recalcar que los resultados obtenidos por Realidad Visual entre 2006 y 2010 (y en especial entre la octava y décima edición) se debieron enteramente a la determinación y empuje de un grupo humano específico que puso todo de sí mismo para lograr sostener y ampliar el alcance de un festival de artes electrónicas en nuestro país. Creemos también que ese fue el caso del grupo que concibió del evento a finales de los noventa. En nuestro caso, se trabajó con muy poco y se lograron cosas increíbles. Son innumerables las personas, gestores culturales y organizaciones en todo el territorio que contribuyeron a que el Festival VAE se expanda y llegue a más personas. Con ellos estaremos siempre agradecidos. Un evento es siempre el resultado de un tramado de relaciones humanas que se activan hacia un propósito compartido. Fuimos muy afortunados de contar con una red de agentes y entidades interesadas y comprometidas con nuestra propuesta.
El Festival permitió que Realidad Visual creciera como organización, dándonos experiencia y fortaleciendo una red de contactos locales y regionales que luego nos permitiría activar otras iniciativas en otros campos. Asimismo, nos permitió proponer una serie de nuevas relaciones entre las artes visuales y las audiencias en nuestro país, acostumbradas a considerar al arte contemporáneo como algo que sucede únicamente en galerías y museos, alejado de realidades locales diversas (Delfin y Zegarra, 2009). Volteamos también la mirada hacia prácticas situadas fuera de las galerías de arte, como las prácticas sonoras y educativas. El fuerte énfasis en lo educativo (a partir de los talleres, ciclos y foros) permitió que tuviésemos impacto directo en la comunidad de creadores locales, limitados por la falta de espacios para la formación en artes digitales a nivel nacional. A nivel personal, cada uno de los miembros de Realidad Visual logró acercarse a manifestaciones y prácticas artísticas generalmente ausentes en el medio local, permitiéndonos ampliar nuestras perspectivas y aspiraciones en relación al arte y la gestión de lo cultural.
Creemos que la experiencia de Realidad Visual con los Festivales VAE demuestra que es posible crecer con energía y entusiasmo. Nuestra serias limitaciones y la desactivación del Festival VAE sin embargo indican que se requieren cambios importantes a nivel de apoyo público y privado, para lograr que iniciativas como el Festival emerjan, se descentralicen, crezcan y se mantengan, acompañando y fortaleciendo a nuevas generaciones de creadores y audiencias que hoy tienen nuevas perspectivas y aspiraciones sobre lo que es posible crear y transmitir utilizando medios digitales y tecnologías en nuestro país.
BIBLIOGRAFÍA
Delfin, M. & Zegarra, M. (2009). Electronic Art in Peru: The Discovery of an Invisible Territory in the Country of the Incas. Third Text Vol. 23 , Iss. 3,2009.
Mariátegui, J.C. (2003). PERU/VIDEO/ARTE/ELECTRONICO: memorias del festival internacional de video/arte/electrónica. Lima: ATA / Universidad Ricardo Palma.
Mariátegui, J.C y Castro, J.C. (2005). Memoria escrita y por escribir: un festival en expansión. Prótesis 3 (3). Lima.
Ressler, O. (2005). Economías Alternativas, Sociedades Alternativas. Publicación en el marco de la Exposición “Economías Alternativas, Sociedades Alternativas” durante el Festival Internacional de Video/Arte/Electrónica (VAE9). Lima: Realidad Visual.
Pérez, L. (2005). Anamnesis: Panorama del Arte Electrónico Mexicano. Publicación en el marco del Festival Internacional de Video/Arte/Electrónica (VAE9): Lima: Realidad Visual.
—La abreviación “VAE” fue propuesta en esta nueva fase y provino de la construcción “Video/Arte/Electrónica”. Se adoptó el nombre “Festival VAE” desde ese momento en adelante.
— Si bien se puede atribuir la desaparición de iniciativas como las Bienales de Lima o del Festival Contacto, por ejemplo, a la capacidad de un grupo humano específico para resistir y sostener una iniciativa a contracorriente, es importante dar cuenta de cómo todo proyecto de gran formato depende del apoyo que logra obtener a lo largo del tiempo, y que en general el horizonte de oportunidad para iniciativas de promoción artística de este tipo y envergadura en nuestro medio está definido por la ausencia de fondos públicos y la dificultad en obtener apoyo privado suficiente.